¿Tu perro parece obediente, pero nunca realmente está en calma? ¿Se tumba porque se lo pides, pero sus ojos siguen fijos en ti o en el entorno, su cuerpo está tenso y parece que “nunca se apaga”? Si vives con un perro de raza sensible, como un Border Collie, seguramente te suena esta escena.
La tranquilidad no siempre se ve. A veces, lo que interpretamos como calma es solo un disfraz de una tensión constante.
¿Qué es la falsa calma?
La falsa calma es un estado en el que el perro parece quieto o relajado desde fuera, pero internamente sigue activado, hipervigilante o conteniéndose para no “hacer algo mal”. Es una calma impuesta, no una calma real.
Este tipo de respuesta es común en perros que han aprendido a inhibirse —es decir, a “congelarse”— por miedo al error, al castigo o simplemente por haber estado demasiado expuestos a estímulos que no sabían cómo manejar. En razas con alta sensibilidad emocional y cognitiva, esto es aún más frecuente.
Señales que indican que no hay calma real
- Se queda tumbado, pero con la mirada fija, orejas activas o tensión corporal.
- Solo se relaja si tú estás en calma o presente, pero se activa cuando te mueves o te vas.
- Reacciona rápidamente ante ruidos, movimientos o estímulos neutros.
- Se muestra “obediente”, pero tiene problemas para dormir profundamente o desconectar.
¿Por qué ocurre esto?
En perros sensibles o reactivos, el sistema nervioso suele estar en un estado de alerta constante. No es un “problema de conducta”, es una estrategia de supervivencia mal adaptada a la vida cotidiana. Es como si su cerebro dijera: “Por si acaso, mejor estar preparado para todo”.
Y cuando solo trabajamos obediencia o autocontrol sin atender al estado emocional real del perro, lo que conseguimos es un perro que “se porta bien”, pero no se siente bien.
¿Cómo empezar a generar calma real?
Aquí tienes algunas claves que marcan la diferencia:
1. Empieza por la seguridad
Antes de exigir calma, genera entornos donde el perro no tenga que estar alerta. Espacios predecibles, silenciosos, sin sorpresas.
2. Respeta su necesidad de observar
Muchos perros necesitan tiempo para analizar lo que les rodea. No interrumpas esos momentos con órdenes, permite que su mente procese.
3. Introduce rutinas de calma activas
No basta con pedirle que se “tumbe”. Usa ejercicios como masticación libre, rastreos suaves o paseos sin rumbo para invitar a la calma desde el cuerpo.
4. Revisa tu propia energía
La coherencia emocional importa. Si tú estás tensa, exigente o acelerada, tu perro lo va a notar. Sé la calma que esperas de él.
Ejemplo real: el Border Collie que nunca dormía
Uno de mis alumnos convivía con un Border aparentemente “tranquilo”: no ladraba, no rompía cosas, no era agresivo. Pero tampoco dormía bien. Siempre estaba pendiente de su tutor. Cuando incorporamos rutinas de calma con olfato, ejercicios de elección y trabajo emocional, el cambio fue profundo: por primera vez, el perro se durmió profundamente en medio del salón, con gente alrededor. Esa fue su verdadera señal de mejora.
¿Y ahora qué?
La falsa calma se puede transformar. Pero no se consigue con ejercicios de obediencia ni con control. Se logra con comprensión, estructura y herramientas que respetan el ritmo del perro.
Si quieres dar un paso más allá, mis programas están diseñados para ayudarte con eso. Desde la calma real, no la que se impone… sino la que se construye.
Bibliografía y recursos recomendados
- Horwitz, D. & Neilson, J.C. (2007). Blackwell’s Five-Minute Veterinary Consult Clinical Companion: Canine and Feline Behavior.
- Price, C. (2022). Understanding the Border Collie.
- Overall, K.L. (2013). Manual of Clinical Behavioral Medicine for Dogs and Cats. Elsevier.